La Iglesia de la Posmodernidad tiene el desafío de tener un discurso teológico único y al mismo tiempo que sea familiar, contracultural y que también conecte con la cultura, que apunte a Cristo y que sea humano, que sea bíblico y que sea actual, profundo y a la vez fácil de entender.
De acuerdo con Alfredo Roldán (Teología y cultura, 2004) tenemos el reto de plantear respuestas, soluciones, realidades y posibilidades en un mundo cambiante sin fundamentos tradicionales u ortodoxos. Ni siquiera la ciencia ha logrado adaptarse a ese rampante ritmo de versatilidad de perspectivas y posturas. Para lograr que nuestro discurso teológico sea relevante debemos pensar en ese contenido y estructurarlo.
La pregunta es: ¿de qué hablamos? ¿Cuál es el contenido que el mundo puede identificar más allá del pluralismo? Hacer énfasis en verdades particulares erosiona la verdad misma y damos la razón al mundo posmoderno: hay muchas vías para llegar a Dios, cualquiera que sea su nombre o religión. Por el contrario, podemos hacer énfasis en que estamos unidos en la verdad al tiempo que reconocemos nuestras diferencias. Por eso, quizá uno de los retos más grandes no está fuera de la Iglesia, sino en su interior. Tener o confesar determinada teología no equivale a poseer todas las respuestas y, a final de cuentas, teología no es lo mismo que la Palabra, Jesucristo. Las corrientes teológicas deberían enriquecer y dar matices porque el verdadero enemigo son las divisiones, los partidismos de los que usan de pretexto los énfasis doctrinales con la intención de autoproclamarse como baluartes de la verdad.
Esto es algo complicado considerando que hay corrientes teológicas que amenazan a la Iglesia, tales como los énfasis en la prosperidad. Definitivamente, debe ser el Espíritu Santo el que nos recuerde las palabras de Jesús y así nos ayude a discernir entre aquello que pervierte y aquello que enriquece. No es la solución intentar acaparar monopolios de la verdad, sino entrar en una reflexión profunda en las aportaciones y amenazas que suponen las posturas y así realmente participar en el diálogo actual aportando la teología y la experiencia de la regeneración.
Urge un discurso teológico poderoso en el énfasis de lo que nos une y que termine de una vez por todas con el neoplatonismo que separa lo espiritual de lo secular. Este discurso redime toda actividad humana en tanto somos sacrificios vivos.
Para reflexionar en ello dejo estos vínculos de ejemplos de discursos teológicos:
- Proclame la verdad: predique en un mundo posmoderno https://books.google.com.mx/books?id=77ihd3UQsXoC&pg=PA15&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false
- Los cristianos que se apartan del mundo https://www.bbc.com/news/magazine-21683022
- Discurso contra el aborto https://www.youtube.com/watch?v=0TJqhOpgFmQ
- Adictos a Cristo: el evangelio rescatando a jóvenes de la drogadicción y la delincuencia organizada https://noticieros.televisa.com/programas-punto-de-partida/1401/adictos-cristo/
- Tim Keller: ¿qué puede ofrecer el cristianismo en el S. XXI
De acuerdo con Alfredo Roldán (Teología y cultura, 2004) tenemos el reto de plantear respuestas, soluciones, realidades y posibilidades en un mundo cambiante sin fundamentos tradicionales u ortodoxos. Ni siquiera la ciencia ha logrado adaptarse a ese rampante ritmo de versatilidad de perspectivas y posturas. Para lograr que nuestro discurso teológico sea relevante debemos pensar en ese contenido y estructurarlo.
La pregunta es: ¿de qué hablamos? ¿Cuál es el contenido que el mundo puede identificar más allá del pluralismo? Hacer énfasis en verdades particulares erosiona la verdad misma y damos la razón al mundo posmoderno: hay muchas vías para llegar a Dios, cualquiera que sea su nombre o religión. Por el contrario, podemos hacer énfasis en que estamos unidos en la verdad al tiempo que reconocemos nuestras diferencias. Por eso, quizá uno de los retos más grandes no está fuera de la Iglesia, sino en su interior. Tener o confesar determinada teología no equivale a poseer todas las respuestas y, a final de cuentas, teología no es lo mismo que la Palabra, Jesucristo. Las corrientes teológicas deberían enriquecer y dar matices porque el verdadero enemigo son las divisiones, los partidismos de los que usan de pretexto los énfasis doctrinales con la intención de autoproclamarse como baluartes de la verdad.
Esto es algo complicado considerando que hay corrientes teológicas que amenazan a la Iglesia, tales como los énfasis en la prosperidad. Definitivamente, debe ser el Espíritu Santo el que nos recuerde las palabras de Jesús y así nos ayude a discernir entre aquello que pervierte y aquello que enriquece. No es la solución intentar acaparar monopolios de la verdad, sino entrar en una reflexión profunda en las aportaciones y amenazas que suponen las posturas y así realmente participar en el diálogo actual aportando la teología y la experiencia de la regeneración.
Urge un discurso teológico poderoso en el énfasis de lo que nos une y que termine de una vez por todas con el neoplatonismo que separa lo espiritual de lo secular. Este discurso redime toda actividad humana en tanto somos sacrificios vivos.
Para reflexionar en ello dejo estos vínculos de ejemplos de discursos teológicos:
- Proclame la verdad: predique en un mundo posmoderno https://books.google.com.mx/books?id=77ihd3UQsXoC&pg=PA15&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false
- Los cristianos que se apartan del mundo https://www.bbc.com/news/magazine-21683022
- Discurso contra el aborto https://www.youtube.com/watch?v=0TJqhOpgFmQ
- Adictos a Cristo: el evangelio rescatando a jóvenes de la drogadicción y la delincuencia organizada https://noticieros.televisa.com/programas-punto-de-partida/1401/adictos-cristo/
- Tim Keller: ¿qué puede ofrecer el cristianismo en el S. XXI
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